Reykjavík Grapevine - 12.08.2011, Page 32

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The Reykjavík Grapevine Issue 12 — 2011 Taste the freshness of a farmer’s market Housed in one of the city’s oldest buildings, Fish Market uses ingredients sourced directly from the nation’s best farms, lakes, and sea to create unforgettable Icelandic dishes with a modern twist. AÐALSTRÆTI 12 | +354 578 8877 | FISHMARKET.IS 2008 GO LIST OPEN FOR LUNCH WEEKDAYS 11:30 - 14:00 OPEN EVERY EVENING 18:00 - 23:30 La Parra de Reikiavik El aislamiento geográfico de Is- landia contrasta con la temprana llegada de la cultura urbana al país de los frailecillos. Los grafitis co- menzaron a tintar Islandia a media- dos de los ochenta. El mundo de los aerosoles, combinado con el hip- hop y los deportes de estilo urbano, como el skateboard o el BMx-Flat- land, han ido ganando adeptos a un ritmo vertiginoso entre los jóvenes islandeses, que exprimen su cre- atividad al máximo. Describir la cultura urbana raya lo inefable por ser un estilo de vida en sí mismo, paralelo al mundo que toda perso- na suele vivir. En Islandia el hiphop impera y las tablas de skate son parte del decorado diario de Reikiavik. En la capital islandesa ex- isten tres lugares donde los grafiteros transforman pintura en arte y expre- sión de ideas. El más conocido, por excelencia, es Hjartatorg, o la Plaza del Corazón, accesible desde Laugavegur, la calle principal. El corazón del suelo da nombre a esta plaza formada por casas abandonadas y muros que al- gún día fueron habitados. Empresas que entraron en quiebra con la crisis económica eran dueñas de numerosas viviendas del centro de Reikiavik. Allí, alojaban a jóvenes drogadictos e indi- gentes. La pregunta, ¿por qué empre- sas con dinero descuidan casas en el centro de la ciudad? Un objetivo ilógico: poder derruirlas para construir un cen- tro comercial al lado de Laugavegur. Fi- nalmente, la crisis económica y la razón dieron nacimiento a una plaza llena de arte urbano que, a día de hoy, se sigue regenerando. Actualmente el Ayunta- miento ni apoya ni frena la inspiración y acción de esta cultura. En Islandia existen tres grupos de grafiteros: CMF, 30S-DAT y RWS. El primero es el que impera y todos par- ticipan en los murales. Los “kekos” caricaturescos pueblan los muros de casas que cayeron cuando también lo hizo el país en 2008. La policía, a día de hoy, no reprime estas expresiones de hecho, en numerosas ocasiones, las aplauden. En las fiestas que se organizan a menudo en la Plaza del Corazón con DJs y cantantes de hiphop se aúnan música, pintura, baile, ritmo, color y de- porte. Existen competiciones de skat- ers en Islandia, celebradas en Ingólfs- torg, una plaza de Reikiavik en la que siempre hay pies haciendo acrobacias con el monopatín. La cultura urbana continúa extend- iéndose y progresando. En la fiesta que tuvo lugar el pasado jueves 21 de julio en la Plaza del Corazón, un joven grafitero pronunció un grito esperan- zador: “We are almost free!” (“¡Somos Casi Libres!”). Marta Bardón Foto por Marta Bardón Somos Casi Libres Recuerdo que cuando hace unos me- ses llegué a Islandia quedé maravil- lado desde el primer momento por la belleza y espectacularidad de su naturaleza, por las decenas de activi- dades de ocio y turismo que ofrece, y por la extrema cordialidad de sus gentes. Estaba encantado, no lo niego, pero había algo que echaba mucho de menos. Sí, bueno; está la familia, los amigos y la gastronomía patria. Pero sentimentalismos a un lado, lo que en verdad me mortificaba era llegar cada día a casa y no poder masacrar un pre- ludio de Chopin. Para recuperar mi hobby sibarita decidí comprar un piano electrónico barato que calmara mi “mono” musical durante mi estancia en la isla. Recorrí la mayoría de las tiendas de instru- mentos de Reikiavik –escasas por otro lado- y enseguida choqué de frente con la terrible realidad: ¡Islandia es un país carísimo! En todas las tiendas que visité los precios eran ostensiblemente más altos que los de sus homólogas de la Europa continental, llegando a en- contrar diferencias de hasta el 40% en el mismo artículo; tendencia aplicable a cualquier producto de electrónica en el país. Desesperado, pensé en la import- ación y con esperanza volví la vista a la tierra de las oportunidades, donde sabía que hallaría los mejores precios. Encontré verdaderas gangas en Esta- dos Unidos así que opté por comprar on-line mi anhelado piano. La emoción era máxima, hasta que recibí un nuevo jarro de agua fría: Gastos de envío de varios cientos de euros, más la suma del IVA islandés —que solo es del 25,5%— a lo que hay que añadir una tasa de aduana de porcentaje miste- riosamente variable. En suma, en el viaje oceánico iba a perder más mone- das que las que Francis Drake birló al Imperio español. Conclusión: Si llueve de más este verano es porque servidor se ha meti- do a cantante. Segundo editorial de José! ¡El Arte No Es Para Todos Los Bolsillos!

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