Milli mála - 2017, Blaðsíða 180
EL MICROTEXTO EN LAS NOVELAS DE DAVID TRUEBA
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(25) “Bohemio es una palabra que ya nadie usa, pero es perfecta para definir
a quien regresa pasadas ya las siete de la mañana y se echa a dormir en un
estudio de sonido sobre un futón que no levanta ni cuarenta centímetros
del suelo. [...] Pero ella no decía que yo era un bohemio. Ella me justifica-
ba. Sabía que un hombre solo es como una pelota sin dueño”. (p. 13)
(26) “Los besos después de la pasión dejan en la boca un sabor a
trapo viejo. Por eso me visto y me voy”. (p. 15)
(27) “Caminé del apartamento de Carmela hasta mi casa. En ese amanecer,
yo era el tipo al que le sorprende la mañana haciendo labores propias de la
noche. Culpable. El sol era el flexo en la cara de las películas con inte-
rrogatorios policiales. Mi única respuesta fue tararear. Me gusta caminar
tarareando. Hay lugares en los que nacen las canciones”. (p. 17)
Estas sentencias de Trueba son ya destacables greguerías de nuevo
cuño, sin lugar a dudas. Algunas exploran la conciencia metalin-
güística, la cita paródica o el juego conceptista:
(28) “Has ganado una amante y has perdido un bar, me criticaba Animal
cuando yo proponía ir a otro local. Eso es grave. Los amantes pasan, pero
un buen bar es para toda la vida. Amar es no poder tomarte otra
cuando quieres. Ésas eran las frases de Animal [...]”. (p. 16)
(29) “Martán y yo charlamos un rato con frases cortas y un poco de inglés.
Me acabo de separar, le dije. Seis años, crack, a la mierda todo, le mimé
con los dedos el resumen de la catástrofe. À la merde. Lo siento, desolé, me
dijo. Asentí con la cabeza, desolación. A lo mejor procedía de quedarse
sin sol, a oscuras. Desolación. Desolé. Lo contrario de olé, sin olé.
Desolé. Sin España, sin fiesta, ni toros, ni sol. Mi cabeza era una fábrica
de absurdos que Martán escuchaba sin entender. También cuando perdí a
mi madre, cuando perdí la cabeza de mi madre, me sentí desmadrado. Y
justificaba mis borracheras, me dejaba llevar por la noche más disparatada,
sólo soy un niño desmadrado”. (p. 229)
(30) “Uno triunfa no por su genialidad, sino por su menosmalidad.
Por ser menos malo que los otros”. (p. 54)