Milli mála - 2017, Blaðsíða 182
EL MICROTEXTO EN LAS NOVELAS DE DAVID TRUEBA
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(34) “Me tumbé en la cama tras arrancar la colcha. La colcha de las camas
de hotel son [sic] un organismo vivo, un resto amenazante de ante-
riores inquilinos, un mapa sucio del pasado que prefieres ignorar”15.
(p. 296)
El distanciamiento intelectual respecto de los objetos y las cosas,
típico de las vanguardias artísticas del siglo xx –cuyos aires renova-
dores insuflaron desde los inicios la creación de las imágenes gre-
guerísticas en Ramón Gómez de la Serna–, aflora también, pues, en
el microestilo de Trueba.
(35) “Me pareció una hermosa jovencita, rodeada de cabestros, de chavales
con el pelo a cepillo y amenazantes cejas como maceteros descuidados.
Yo había heredado unas cejas así de mi padre y me encantaba levantarme
con ellas despeinadas porque me recordaban a él”. (p. 348)
Sin embargo, algunas de las greguerías más clarividentes de Trueba
son las que quieren desentrañar sentimientos, pasiones humanas, un
ejercicio del que ofrece ejemplos de gran belleza:
(36) “Alejaos de los corazones rotos, es mi consejo de esta noche. Los co-
razones rotos son como los cristales rotos, dañan a los desconocidos
que un día tropiezan con ellos”. (p. 231)
(37) “Sentado en el cine una tarde, mientras veía una película de amor de
la que había escuchado comentarios muy elogiosos, y que se parecía a todas
las películas de amor, con sus encuentros y desencuentros hasta el encuen-
tro final, me di cuenta de que el amor ya no me interesaba demasiado como
asunto. Que esa potencia oculta e inabarcable que me fascinó durante años
y a la que dediqué mis canciones, y sería más preciso decir que dediqué
mi vida, me había dejado de interesar. Sonaban de lejos las sirenas de una
ambulancia y llegaban atenuadas a la sala de cine, y de pronto así me
sonaba el amor, como una urgencia de otros, una ambulancia ajena
que ni has pedido ni necesitas y por tanto no esperas con ansiedad.
El amor había dejado de formar parte de mi paisaje.
15 “Hay camas de hotel en las que encontramos nuestras piernas del pasado”, dijo en una greguería
Ramón Gómez de la Serna.