Milli mála - 2017, Page 83
CARMEN QUINTANA COCOLINA
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tiempos del diálogo y sobre lo que se quiere contar. Las voces de los
personajes secundarios animan a Francisco a hablar, a contar histo-
rias, en contraposición a la solución de incomunicación de Francisco
para proteger su intimidad y permanecer en su mundo interior.
Discursos socioculturales: Discursos distantes-no-hablados
La lucha dialéctica de evaluación normativa, se refiere a los discursos en
los que hay “una anticipación de una posible respuesta normativa
del receptor, que no está presente en el momento de la enunciación
pero que afecta a lo que se dice” (Baxter, 2011, p. 113). Este tipo
de discursos está presente en tres relaciones distintas: la relación del
narrador con el lector, la relación de las mujeres con Francisco, y la
relación de Francisco con un oyente ideal. En la primera, el narrador
asume que lo normativo o lo típico es que el lector —superadressee o
receptor ideal— espere un discurso de integración, un discurso en el
que prevalezca el diálogo como integrador o conector, anteponiendo
la comunidad al individuo. Por ello, vemos cómo a través de ciertos
comentarios de mofa y crítica hacia Francisco, dirigidos al lector,
el narrador está anticipando su hipotética reacción y su posible res-
puesta. En la relación dialéctica entre las mujeres y Francisco, estas
especulan sobre el cambio comunicativo de Francisco justificándolo
con discursos dominantes de amor y de expresión: está triste, escucha
muy bien, está enamorado, tiene mucha vida interior, estudia dema-
siado, está preocupado, se quiere casar... En este caso, Francisco es
el destinatario modelo, puesto que no está ahí en el momento de la
interacción pero los discursos tienen en cuenta su posible reacción.
Por último, hay una lucha dialéctica acerca del oyente ideal, en la
que Francisco inventa esa forma de comunicarse alternativa a partir
de silencios y frases sueltas, poniendo a salvo sus ojos, pero en reali-
dad sueña con esa persona, una mujer, en quien poner sus ojos. “Era
siempre la misma: tenía el pelo largo, oscuro, sujeto por detrás con
una cinta. Él le pedía ansiosamente: «Por favor, cuéntame alguna
cosa»; y solamente a esta persona en el mundo hubiera querido escu-
char” (Martín Gaite, 2005, p. 303).