Milli mála - 05.07.2016, Blaðsíða 234
ACERCA DE LA ELECCIÓN DEL TIEMPO VERBAL EN REFERENCIAS ANAFÓRICAS A LO PREVIAMENTE
MENCIONADO EN UN MISMO TEXTO
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textos de tipo más general. Esto se explica por el carácter intrínseco
de un texto científico de constituir un conjunto coherente, que en
cada momento se basa en lo anteriormente dicho, rasgo que com-
parte con las narrativas ficticias. Por ello, es preferible escoger un
tiempo de pasado, que con más eficacia vincula lo señalado por el
autor con su propia “narrativa”.
Según los cuadros 3 y 4, he cantado aparece mayormente en
documentos españoles y canté tanto en estos como en los hispa-
noamericanos. Esto corresponde a la distinción entre ambas varieda-
des tal y como se produce en el lenguaje oral, donde en el español
peninsular he cantado se ha aoristizado, utilizándose en contextos
donde antes se empleaba canté. Ahora bien, el cuadro 4 confirma el
frecuente uso de he cantado de valor aoristo también por los hispa-
noamericanos (44,6%). Por lo tanto, en el lenguaje escrito o –más es-
pecíficamente– en la prosa científica, se reduce la diferencia entre las
dos variedades principales. En el apartado anterior, hemos propuesto
como posible explicación la influencia de la lectura de textos espa-
ñoles en los autores hispanoamericanos. Estos pueden incluir,
además de obras científicas, también textos gramaticales, tradicio-
nalmente caracterizados por la norma peninsular. Recordemos que,
con la famosa excepción de Bello, los grandes gramáticos de la len-
gua española son españoles. Además, es posible que los autores
hayan pasado tiempo en España, etc. Aunque los autores hispanoa-
mericanos son solo seis, podemos confirmar la presencia de he can-
tado en documentos de esa zona. Naturalmente, una muestra más
grande ofrecería información más detallada sobre el uso de esta
forma por autores hispanoamericanos, p. ej. si existen diferencias en-
tre los países. Además, nuestro análisis no incluía textos bolivianos;
como el uso de he cantado es muy frecuente en los registros orales
de la variedad boliviana28, se podría suponer que esta circunstancia
se refleja también en el lenguaje escrito.
No obstante, puede plantearse si, por lo general, los lugares de
texto, aunque sean exactos, difieren de los puntos o períodos tempo-
rales exactos por no percibirse como delimitadores en el mismo sen-
28 P. ej. José G. Mendoza, El castellano hablado en La Paz. Sintaxis divergente, La
Paz: Universidad de San Andrés, 1991, p. 85.